El cadáver de Shi Jingbai yacía allí en silencio, con su muerte, sus crímenes también se habían desvanecido.
Chen Zihao y los líderes de las cuatro familias principales sentían un doloroso peso en sus pechos. Este joven, parecido a un Asura, donde pasaba, había matanza asegurada.
De hecho, Chen Zihao sabía aún más sobre Shi Hao. Justo la noche anterior, el líder de la Familia Yang y su hijo habían muerto a manos de Shi Hao, pero aún no había averiguado cómo manejarlo cuando hoy ocurrió de inmediato tal incidente.
Apretó los puños en secreto, decidido a movilizar al Ejército de la Guardia de la Ciudad tan pronto como Shi Hao se fuera y dispararle en el acto.
Shi Hao sonrió y se alejó con paso firme.
—Llamen a Luo Qi para mí —ordenó Chen Zihao al regresar a su estudio.
Sin embargo, apenas un momento después, un guardia informó:
—Re, regreso, Señor de la Ciudad, el Comandante Luo ya ha muerto en batalla.
