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Leonidas_4578
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Synopsis
Mero vuelve a su país natal y mientras intenta hacer amigos y encajar, termina entrando en problemas más serios de los que él creía.
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Chapter 1 - Desconocido - Acto I

—Vamos Mero, preséntate— dijo el nuevo profesor de Mero.Mero mira a su alrededor y ve que no casi nadie le presta atención.—Me llamo Mero, Wolfhard...— es todo lo que importa, ¿no? Mero, no podía pensar algo interesante sobre él.—Tengo 15 años, nací aquí, pero recién mi madre y yo volvimos...— trata de reírse un poco para sí mismo, pero lo único en lo que piensa es en Que carajos hago aquí.El profesor da un suspiro, —Bien, ya puedes sentarte— tras esto se sienta a buscar el material de clase.Mero iba a su asiento asignado mirando a todos alrededor, nadie le pareció de un aspecto recordable. ¿Por qué no soy bueno con las palabras?, pensó. Las clases les parecieron aburridas como todo el entorno.Pasaron las horas y toco el timbre de salida, para suerte de Mero ese día no era un horario largo. Lo único que deseaba era irse a casa, así que agarro sus cosas y apenas pudo salió del aula y próximamente del colegio.—Este lugar no me parece la gran cosa, es todo raro, donde vivía, tenía algunos amigos, y había gente interesante, aquí nadie se ve amigable y se siente un ambiente malhumorado, hasta me da escalofríos de recordarlo— dijo Mero en su mente mientras iba camino a casa.—Creo que no soportaré pasar dos años en este colegio de mala muerte— dijo Mero, pero esta vez en voz alta.—¿MALA Y MUERTE? Mis dos palabras favoritas— dijo un anciano encapuchado con una mesa que poseia un álbum de cartas encima.Mero inmediatamente pensó en ignorarlo e irse, pero ya había hecho contacto sus ojos con ese oscuro vacio en la capucha.—No tengas miedo joven, ven, acercate, te diré tu futuro, como te irá en el amor, eso es lo que le interesan a los jóvenes de hoy en día, ¿no?— insistió el anciano mientras estaba apunto de sacar una baraja de cartas.—Lo siento mucho, no tengo ni un Tenebris— claramente Mero mentía, solo quería deshacerse de él.—Cuando te hagas mayor te darás cuenta de que la plata no lo es todo jovencito, ven, será gratis— el anciano decía todo esto mientras barajaba el mazo.—Si insiste— Mero se rinde y se sienta en el banquillo paralelo a la mesa y al anciano.Hubo un silencio medio de 10 segundos mientras el anciano terminaba de barajar las cartas.—Bien, está listo, elige una carta de los estos 4 grupos— el anciano deja las cartas encima del álbum de cartas, todo mientras Mero parecía pensarse bien su elección.—Esta, esta, digo que esta, y termino con esta— tras ese tiempo Mero escoge sin dudar en absoluto las cartas que él esperaba que digieran algo bueno de estos próximos dos años.—Mmm, seis espadas, cinco bastos, diez copas y dos monedas, interesante— el anciano parecía concentrado pensando.—Y entonces ¿eso qué significa?— pregunto Mero algo impaciente.—Dame paciencia, estoy pensando, seis más cinco, once...— el anciano comenzó con su lectura.¿Está sumando los números?, ¿QUÉ ES ESTA ESTAFA?, pensó Mero mientras veía al anciano murmurar las sumas.—VEINTITRÉS— gritó el anciano, tras esto abrió el álbum de cartas, haciendo que su baraja del tarot fuera tirada y llevaba por el viento. Pasaba página tras página, hasta que se detuvo.—Ya lo veía venir, tu carta es, Universum— dijo el anciano mientras apuntaba a la carta.—Aja... ¿Lo cual es?— preguntó Mero confundido.—Pensaba que mis ojos me engañaban cuando te vi, pero parece que tenía razón, preparate, viene un futuro agitado, vienen pequeñas y grandes batallas, pero lo peor, es que entre todo ese caos, entraras en guerra, liderada por ti, elige bien a tus aliados, en quien confiar— dijo el anciano mientras parecía temblar un poco, tras eso le entrega la carta a Mero —Quedátela—.—Gra... Gracias— dice Mero, sentía algo raro en el ambiente.—Por cierto, son 500 tenebris— mencionó el anciano despreocupadamente.—¿QUÉ? ¿NO QUE ERA GRATIS?— gritó Mero.—Todo tiene un precio— dijo el anciano mientras comenzaba a reír.Ante esto Mero decidió echarse a correr, ni siquiera se arriesgó a ver atrás, corrió hasta que cuando se cansó busco la tienda más cercana para esconderse y comprar algo para tomar.—Creo... que... ya... no... me... sigue...— jadeaba del agotamiento entre cada palabra.Recupera el aire y se para a buscar una botella de agua fría que lo refrescara. Se pone a pesar un poco acerca de lo que le dijo el anciano, pero decide no hacerle caso, al final fue una estafa.Al acercarse al mostrador ve a un chico sacar la billetera para pagar, y logra notar una carta parecida a la que el anciano le dio. Inmediatamente, decide preguntar por ella.—Ey, que es esa carta que tienes ahí— dijo Mero con un tono lleno de curiosidad.—¿Esta carta? Me la dio un anciano, me predijo algo que bla-bla-bla, escoja bien a quien seguiré bla-bla-bla, batallas, guerra— lo decía con poco interés, hasta que pudo conectar un poco los puntos.—¿Acaso también tiene una?— ahora era el quién le preguntaba a Mero.—Sí, solo que siento que es una estafa todo esto— lo comentaba un poco nervioso y mirando hacia otro lado.—Lo más seguro, hola, soy Diego, somos compañeros, sabes el chico ese que no deja de hacer reír a la gente— levanta la mano en signo de un apretón de manos.Estoy de lo más seguro que nadie se rio en todas las clases de hoy, pensó Mero de manera automática.—Mucho gusto, yo soy Mero— tras esto, Mero corresponde el apretón de manos de Diego.—¿Tienes algo que hacer ahorita?— preguntó Diego interesado.—La verdad es que, no, no tengo nada que hacer, nunca— respondió algo sin ganas.—Vamos, yo te invito a unas hamburguesas— propuso Diego emocionado.—Lo siento, pero no tengo dinero— ahora Mero si decía la verdad—¿Qué no escuchaste? Que yo te invito— insistió Diego.Diego casi se lleva arrastrado a Mero hacia el restaurante de comida rápida.—Dios, hace rato que no comía estas delicias— exclama Diego con entusiasmo.—Sí, están... bien, supongo— dice Mero sin ponerle mucha mente.—Y dime, ¿qué trajo aquí?— Diego preguntó con curiosidad.—Tuve un problema en mi último colegio, fui expulsado y mi madre aprovecho para volver a vivir aquí, nuestro país natal—decía Mero mientras seguía comiendo.—Interesante...— dice Diego mientras se imagina el escenario.—Bueno, ya terminé, me largo a mi casa— tras esto Mero se levanta de la mesa.—Espérese, pasame tu número— mientras levantaba su teléfono, era de los modelos más famosos, el típico con tapa que se dobla, de un estilo versátil, el cual tiene utilidades para casi todo.—Ok, toma— Mero acerca su teléfono al de Diego, con un simple choque la tecnología detecta al otro dispositivo y se intercambian información de contacto.Tras esto pagan y salen del restaurante, caminando hasta separarse en caminos distintos.Mientras Mero iba camino a casa destapo el celular y miraba fijamente el contacto de Diego. Lo tapó y lo devolvió a su bolsillo, pensando, Puede que me he equivocado y si haya gente... medio interesante.Llega a su casa, entra a su cuarto y vuelve a pensar en lo que le dijo el anciano y todo lo que ha pasado ese mismo día.—Que gran primer día, no puedo esperar a que pasen estos dos años aburridos, sin ofender a Diego— dijo mientras se echaba en su cama a descansar un poco.