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Chapter 5 - Capítulo 5 - La Ciudad Portuaria

El mar, con su vasto horizonte infinito, golpeaba suavemente las rocas de la costa mientras el viento salado se mezclaba con el frescor de la tarde. La ciudad portuaria de Velthar, famosa por ser un cruce de caminos para comerciantes y viajeros de todo el mundo, se alzaba ante ellos con su bulliciosa actividad. Las casas de techos inclinados, la madera barnizada por la sal y las tiendas llenas de productos exóticos daban vida a las calles principales, mientras que el puerto, siempre activo, era un enjambre de barcos de todas las naciones.

Ryuu y Kara caminaron por el muelle, rodeados de mercaderes, pescadores y viajeros que no dejaban de gritar, negociando precios y cargando mercaderías. El aire estaba lleno de olores variados: pescado fresco, especias, y el inconfundible aroma de la sal marina. Kara, con su mirada fija y decidida, parecía ajena a todo lo que sucedía a su alrededor. Su mente estaba concentrada, como siempre, en su próximo objetivo. Ryuu, por su parte, observaba todo con una mezcla de fascinación y ansiedad. El bullicio de la ciudad lo ponía nervioso, sobre todo después de lo que había vivido en el bosque.

—No es mucho para una ciudad portuaria tan grande. —comentó Kara, con la voz baja, mientras caminaban por una de las estrechas callejuelas.

Ryuu asintió sin decir nada, absorbiendo el caos a su alrededor. En la costa, las aldeas eran más tranquilas, con poco movimiento y la calma que trae el mar. Pero aquí, todo era distinto: un hervidero de actividad, lleno de personas de diferentes naciones, con intenciones y objetivos que Ryuu no podía leer.

La multitud se abrió paso ante ellos, y en la distancia, Ryuu vio a un hombre encapuchado que parecía observarlos de forma discreta. Kara, como si percibiera algo extraño, aumentó su paso, llevándolo hacia un mercado de pescados. La figura encapuchada se alejó, y Ryuu se preguntó si realmente había sido alguien importante o solo una casualidad.

—Estamos cerca del puerto, pero aún no hemos encontrado el barco hacia la Isla Eterna. —dijo Kara, sin volverse a mirarlo—. Aquí el viaje es largo y difícil. No podemos permitirnos perder tiempo.

Antes de que Ryuu pudiera preguntar más, una voz grave interrumpió la calma momentánea.

—¡Eh, ustedes dos! —un hombre alto, con el rostro parcialmente cubierto por una capa roja y un gorro, los llamó desde el extremo de la calle. Ryuu se tensó, no confiando en la brusquedad de su tono, pero Kara lo miró, poco impresionada.

—¿Qué quieres, amigo? —preguntó Kara, levantando una ceja. No parecía interesada en hacer amigos, pero su tono de voz era neutral, calculador.

El hombre se acercó lentamente, y Ryuu pudo ver que llevaba un arco sobre su espalda, junto a un carcaj lleno de flechas. Su porte era imponente, pero su actitud, más bien desafiante.

—Tú eres Kara, ¿verdad? La espadachina del Clan Volcán. He oído hablar de ti. —El hombre sonrió de manera burlona, como si estuviera probando su reacción.

Kara se quedó en silencio por un momento, observándolo de arriba a abajo, como si estuviera evaluando su valía. Ryuu, confundido por la referencia al clan, se adelantó ligeramente.

—¿Quién eres? —preguntó Ryuu con cautela, pero el hombre simplemente hizo un gesto con la mano.

—Soy Talon, arquero de la nación del fuego. —dijo, con una voz grave y calculadora—. Y no se preocupen, no estoy aquí para pelear. Pero algo me dice que el viaje que tienen por delante no será tan sencillo como creen.

Kara le lanzó una mirada fulminante. No le gustaba que un desconocido hablara de su futuro, especialmente de manera tan segura. Sin embargo, antes de que pudiera responder, Talon continuó.

—Me he enterado del torneo, y he visto cómo avanzan los rumores. Supongo que tú también estás dentro, ¿no, Ryuu? —dijo con una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos—. Todos en la ciudad saben que el Torneo de los Elementos atrae a los guerreros más fuertes. Pero, créanme, esto no es solo un torneo. Es más que eso. Y si ustedes realmente quieren llegar a la Isla Eterna y salir de allí con vida, tendrán que estar preparados.

Ryuu lo miró con desconfianza. El tono de Talon era serio, como si estuviera hablando de algo más grande de lo que ambos podían comprender. Aunque no sabía cómo, Ryuu sentía que ese hombre tenía más información de la que mostraba.

—¿Y por qué deberíamos confiar en ti? —preguntó Kara, su mirada afilada.

Talon dio un paso adelante, dejando que la capa se deslizara un poco para mostrar el símbolo de un ave flameante, el emblema de la nación del fuego.

—Porque sé mucho más de lo que creen. Y si no se preparan para lo que está por venir, no tendrán ninguna oportunidad en el torneo. El poder de la Lanza de Aether está más cerca de lo que imaginan, y muchos están dispuestos a hacer lo que sea para conseguirla.

Ryuu, aún confundido por el misterio que rodeaba al hombre, intercambió una mirada con Kara. Aunque no confiaban en él, había algo en la forma en que hablaba, una urgencia, que hacía que no pudieran ignorarlo.

—Entonces, ¿qué sugieres? —preguntó Kara, manteniendo su voz fría.

Talon observó la ciudad durante un momento, antes de hablar nuevamente.

—Primero, necesitamos reunirnos con más gente antes de embarcarnos. Hay enemigos entre nosotros, y el torneo es solo una parte del problema. —su mirada se endureció—. Pero confíen en mí, nos vendrán a buscar pronto.

La conversación fue interrumpida por el sonido de una campana lejana, que marcaba la llegada de un barco hacia el puerto. Talon asintió, como si hubiera previsto todo.

—Ese es nuestro barco. Asegúrense de estar listos. —dijo, y comenzó a caminar hacia el puerto sin esperar una respuesta.

Kara y Ryuu se miraron brevemente, y sin palabras, comenzaron a seguirlo. La ciudad portuaria se desvaneció detrás de ellos, mientras avanzaban hacia lo que sería el primer paso hacia la Isla Eterna. En su interior, Ryuu sentía una mezcla de incertidumbre y determinación. El torneo estaba cerca, pero también lo estaba la oscuridad que lo rodeaba.