El sonido de la voz baja y ronca de Damián y su mirada loca, pero desesperada, enviaron escalofríos por la columna de Rosalía. Ella tragó el duro nudo que se atascó dentro de su garganta en un intento de aliviar su creciente ansiedad, y tomó otra profunda respiración, sus manos comenzaron a temblar también.
—Está bien... Todo va a estar bien, Su Gracia, le ayudaré, no se preocupe.
Con otra profunda respiración llenando sus pulmones, la chica se inclinó y cubrió los labios del duque con los suyos, tragándolos por completo y comprometiéndolos en un beso bastante apasionado.
Sorprendido al principio, Damián abrió los ojos, pero pronto sintió algo intoxicantemente dulce filtrándose por sus labios como si alguien estuviera vertiendo néctar de flores directamente en su boca, mientras sus pulmones ardientes respondían a un aroma agradablemente familiar que se abría paso en su cuerpo a través de su nariz.