Arwen levantó la mirada cuando escuchó abrirse la puerta del baño. Aiden salió, vestido con sus pantalones de chándal grises y un jersey negro.
—¿Ya terminaste? —preguntó ella, y Aiden murmuró en respuesta mientras caminaba hacia su lado de la cama.
—¿Estás leyendo? —preguntó él, echando un vistazo a la novela en su mano.
Arwen siguió su mirada y bajó la vista hacia el libro —Oh, sí. Tengo la costumbre de leer novelas antes de dormir —dijo ella, cerrando rápidamente el libro y guardándolo en el cajón junto a su cama, casi como si estuviera escondiendo su más grande secreto.
Aiden quería reír. Si ella supiera que él estaba bien consciente de los tipos de libros que disfrutaba. Conocía todas las novelas románticas que leía, todos los deseos que albergaba. Lo sabía todo.
—¿Tu herida está mejor? —Arwen preguntó, desviando la mirada hacia sus hombros.
—Está mejor —respondió Aiden.