Ryan estaba a punto de impedir que Arwen se alejara así, su mano ya se extendía instintivamente, pero el agarre de Delyth se apretó en su brazo, anclándolo en su lugar. —Ryan, el doctor... Su voz temblaba con una desesperación apenas contenida, y sus ojos brillaban como si se aferraran al último hilo de esperanza que le quedaba.
Ryan la miró y sintió que su determinación flaqueaba. Vaciló, sintiéndose atrapado entre la necesidad de Delyth y la frialdad definitiva de la figura que se alejaba de Arwen. Recordaba la promesa que le había dado a Zeke —cuidar siempre de Delyth y estar allí siempre que ella lo necesitara. Y en este momento, ella lo necesitaba más que nunca.
—Por favor —susurró Delyth, su voz ahora más suave y su vulnerabilidad muy clara en su tono—. No puedo hacer esto sola. No puedo vivir sin el baile. Zeke se ha ido, y ahora solo te tengo a ti. Necesito que estés a mi lado.