No era la primera vez que Arwen se sentía así. Los gestos cálidos y cuidadosos de Aiden siempre la habían hecho sentir segura y cómoda, al punto que parecía que se conocían de toda la vida.
De lo contrario, ¿por qué un hombre con quien se encontró hace solo unos meses la trataría como si el mundo le debiera una eternidad, y él simplemente estuviera ayudando a pagar esa deuda?
—Te preocupas por mí más de lo que nadie jamás lo ha hecho —dijo suavemente, su voz llena de incertidumbre mientras intentaba dar sentido a sus sentimientos. No quería que él la malinterpretase. —No solo una vez, sino todos los días. ¿Por qué?
Aiden la miró fijamente a los ojos, su expresión era indescifrable. Pero podía decir que ella sentía el peso de verdades no dichas. Podía leer la desesperación detrás de su curiosidad —desesperación por encontrar la pieza faltante del rompecabezas.