Arwen había murmurado todo eso para sí misma, pero como vino después de que Alfred le había contado todo, él pensó que le estaba hablando a él. Con una sonrisa, respondió —Señora, el señor le tiene mucho aprecio. De otro modo, nunca lo hemos visto preocuparse así por nadie.
—¿Nadie? —preguntó ella, claramente sintiendo una sensación de calidez extendiéndose en su corazón—. ¿Qué hay de su familia? Debe ser así con ellos también.
No pretendía escuchar que solo era ella a quien él se preocupaba, más bien quería sentir que la trataba como a su familia. Si la trataba como a su familia, entonces la trataba como a la suya. Y al perder una, realmente quería llamarlo suyo. Aunque él ya la había llamado su familia y a menudo la hacía sentir lo mismo, aun así solo quería confirmarlo de esta manera una vez más.
