Ryan frunció el ceño, sin entender a qué se refería su madre. Pero la expresión de Beca seguía siendo firme y decidida, su confianza palpable. Sacando su teléfono, lo tocó unas cuantas veces antes de pasárselo a Ryan para que revisara.
—Aquí, —su voz era calma pero cortante—. Mira por ti mismo. Después de esto, dime —¿todavía crees que realmente te mereces a Arwen?
Ryan dudó. Estaba confundido y aterrorizado de lo que podría ver. Recientemente, se había dado cuenta de que, sin saberlo, había herido a Arwen de varias maneras. En aquel momento, se había convencido a sí mismo de que la estaba molestando, castigándola por forzarlo a estar en una relación que pensaba que no quería. Pero ahora, en retrospectiva, entendió la verdad —no había sido forzado. Se había quedado porque, en el fondo, quería hacerlo. Simplemente había sido demasiado terco para admitirlo.