—¡Catrin! —Idris se quedó helado, su expresión cambiando de incredulidad a enojo mientras las palabras de Catrin resonaban en la habitación. Sus dedos se cerraron en un puño mientras intentaba poner algo de sentido en su esposa. —¿Has perdido la cabeza? —preguntó, su voz elevándose, aguda y firme, de una manera que era rara en él. Nunca antes había alzado la voz contra ella. —¿Cómo puedes decir algo así? ¿Estás amenazando con desheredarla? ¿Cómo podrías?
—No la estoy amenazando, Idris. Simplemente le estoy dando una opción —dijo Catrin, su tono inquebrantable. Se volvió hacia Arwen, su mirada aguda y llena de certeza. —¿No se estaba quejando de que nunca le di la oportunidad de elegir? Bueno, aquí está ahora.