—Esposo, ya me hiciste aceptar tu condición, pero sigues molesto. ¿No me estás poniendo en desventaja? —dijo Arwen, apretando sus labios en una fina línea mientras se daba la vuelta y entrecerraba la mirada hacia él.
—Aceptar mi condición no me hace menos preocupado, Luna —respondió Aiden con las cejas todavía ligeramente fruncidas por la preocupación, mientras que su mirada era firme.
Arwen se suavizó. Podía sentir su miedo, su terror de verla herida y eso de alguna manera le calentaba el corazón. Nunca supo que la preocupación de alguien pudiera hacerla sentir tan relajada. Pero aquí, con él preocupado por ella, sentía que no era necesario estar preocupada por sí misma.
—Sé que te preocupa —dijo suavemente, acercándose un paso y poniendo una suave sonrisa sobre sus labios—, pero quiero que confíes en mí. Creer en la promesa que te he dado. Así como yo creo que nada malo me pasará contigo cerca.
