Al día siguiente, en Foster Ventures, Ryan estaba sentado y trabajando detrás de su escritorio cuando Daniel entró, empujando la puerta de su oficina.
Ryan levantó la vista para mirarlo brevemente, notando la exasperación en el rostro de Daniel, pero decidió ignorarlo y volvió su atención al documento en su pantalla.
—Ryan, ¿qué crees que estás haciendo? —preguntó Daniel, parándose justo frente a él—. ¿Es esto todo lo que has aprendido de tus arrepentimientos?
Ryan lo miró con calma y luego se encogió de hombros. —No sé de qué estás hablando, Dan. ¿Qué hice?
Los dedos de Daniel se tensaron, aunque logró mantener la calma. —Sabes muy bien de qué estoy hablando, Ryan. No te hagas el tonto. ¿Qué publicaste en tu página de redes sociales? ¿Estás en serio?
—Estoy en serio, y por eso acepté la verdad. ¿Cómo está eso mal?
Daniel ya no podía entender. Sacudiendo la cabeza con incredulidad, preguntó:
—¿En serio? Eso es lo que realmente piensas.