—Señora Foster, él parece estar mejor ahora —informó Daniel a Beca mientras echaba un vistazo a Ryan que finalmente estaba durmiendo cómodamente allí—. No te preocupes, está en mi casa. Me ocuparé de él —le aseguró antes de colgar.
Era difícil decir lo que Daniel sentía en medio de todo esto. Ryan era su mejor amigo y siempre había compartido su tristeza y problemas como si fueran propios. Pero hoy el sufrimiento de Ryan parecía tan justificado que, por más que Daniel lo intentara, no podía llegar a sentir su dolor.
No porque no supiera lo que Ryan había perdido, sino porque sabía que Ryan se lo había buscado a sí mismo.