Cisne abrió lentamente los ojos mientras la luz de la ventana golpeaba su párpado. A medida que iba recuperando poco a poco la consciencia, lo primero que se dio cuenta fue del dolor intenso en todo su cuerpo, como si hubiera estado siendo martillada sin cesar.
Lo cual no estaba mal, considerando que Gale estuvo martillándola con ese enorme y aterrador palo desde anoche.
Apretó los muslos con fuerza mientras el recuerdo de lo que había ocurrido anoche comenzaba a inundar su cabeza, y su rostro se enrojeció al instante.
Ella esperaba que Gale se la comiera, masticándola hasta que no quedara más que huesos, pero lo que sucedió distó mucho de eso.
En realidad él quería su virginidad en lugar de ello, y aunque era normal que una pareja consumara su matrimonio, no esperaba que la bestia tuviera ese tipo de lujuria.
—Es tan pegajoso e incómodo —murmuró Cisne mientras su mente comenzaba a recordar involuntariamente esa sensación que nunca había experimentado antes.