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—¿P-pero, qué se supone que debo hacer ahora? ¿C-cómo se supone que haga cosas increíbles como las que hiciste tú antes, Santa? —preguntó Cisne.
—Tú eres yo, y yo soy tuya. Naturalmente aprenderás cómo hacerlo —respondió la Santa—. Reza profundamente en tu corazón acerca de todas las cosas que quieras hacer con tu poder sagrado, y lo más importante... cree en esas oraciones. Eres la Santa, tu fe debería ser más que suficiente para purificar el mal en este mundo, y para salvar a aquellos que deseas salvar.
El cuerpo de la Santa lentamente se desintegró en cientos de mariposas doradas que se infiltraron en el cuerpo de Cisne.
Cisne podía sentir una fuerza enorme desde su interior, pero con tanto poder increíble, todo lo que podía sentir era pena.
Estaba de duelo, porque una mentirosa como ella no merecía obtener tal poder sagrado.