—¡Espera, no puedes dejarme aquí! ¿Dónde está Finnian? —Las palabras de Esme estaban impregnadas de desesperación mientras intentaba frenéticamente abrir la puerta, pero no se movía, ya que Lennox la había cerrado desde afuera.
—¡Abre la puerta, por favor! —Las súplicas de Esme se convirtieron en sollozos mientras golpeaba sus puños contra la puerta implacable, el sonido resonando por la habitación como un lamento fúnebre. Su mano palpitaba de dolor, pero eso no era suficiente para debilitar su resolución.