—¿Qué está pasando aquí? ¿Alguien puede explicar? —exigió Cynthia, cruzando los brazos mientras miraba al grupo de sirvientes apiñados en círculo.
—No es nada... —dijo un hombre con camisa blanca, luego vaciló. Por su atuendo, Cynthia asumió que era el chef de cocina—. Su Alteza, hemos preparado su comida. Debería comerla antes de que se enfríe.
Cynthia apretó la mandíbula, suprimiendo la ira que amenazaba con surgir. Aunque sus palabras pudieran parecer consideradas, su significado subyacente era claro para ella: No te metas en lo que no te incumbe.
Forzando una sonrisa radiante, la joven mujer de cabello plateado negó con la cabeza.
—¿Cómo podría comer en paz cuando mis empleados están angustiados? ¿Por qué no me cuentas qué está pasando? —preguntó.
Nadie respondió directamente; solo murmullos circulaban entre los sirvientes reunidos.
Inhalando profundamente, Cynthia hizo un gesto para que la multitud se abriera, permitiéndole ver qué causaba el alboroto.