—Y bien, ¿estamos de acuerdo que gano el reto? —dije, mientras me colocaba mi ropa en un borde de la cama.
—Como sea —dijo la puta, también colocándose la ropa en otro extremo de la cama-. Y como prometí, no voy a trabajar a estas horas —me lo dijo de mala gana, terminando de vestirse.
—Bueno, ya es hora de que me valla —dije, pero al momento de abrir la puerta, la puta me detuvo—. ¿Qué pasa?
—Ten —Estira la mano para darme plata, lo cual lo recibo confundido—, es por tus servicios.
—¿Por mis servici…? ¡Oye! —lo dije con rabia. Pues quien no, me trato como si fuera como ella.
—No me lo tomes a mal, pero es la primera vez que he tenido orgasmos. Y pues, te quería recompensar.
—¡Si, pero no soy c…! —me interrumpe.
—Bueno adiós —Me empujó hacia fuera del apartamento y me cerró la puerta en la nariz.
—¡Me las va a pagar! —dije con claro enojo. ¿Pues quien no? Digo, pagarme como si fuera un prostituto—. Aunque… —Conté cuanto era, ¡Y vaya sorpresa, 70 mil pesos (colombianos) por tan solo dos (2) horas!* Sabía que ganaban mucho, pero tanto dinero por tampoco tiempo… ¡Órale! Con razón hacen esos trabajos.
—¡¿Qué demonios?! —dije, tras entrar a mi apartamento y mirar la hora, Ya eran más de las tres—. ¡Me van a matar! —Salí lo antes que pude para dirigirme hacia me trabajo, pero llegue más de una hora y media de retraso.
—Llegas dos horas tarde —me lo dijo mi jefe. Un hombre gordo, teniendo pelo solamente por los lados de la cabeza, pero muy bien vestido.
—L-Lo siento —dije exhausto de la corrida que me metí para llegar aquí.
—Pero considérate suertudo, no te voy a despedir. Pero, no te voy a pagar este día.
Bueno, por lo menos no tengo que trabajar hoy —pensé, tranquilizándome.
—¡Así que vuelve a tu trabajo!
¿Eh? ¡Qué demonios! No me va a pagar este día, ¿y aun así tengo que trabajar? Maldita sea —pensé, mientras comenzaba a trabajar—. Aunque… —En eso me acorde de la plata que me dio esa puta. Tal vez esté trabajando sin paga, pero, aun así, recompuse la plata.
Y así comencé a trabajar de nuevo como mesero, otro día más. Atendiendo a personas desconocidas que prefieren comprar comida hecha, antes de hacerla ellos mismos. Pero que perezosos… aunque, es más productivo comprarla hecha.
Ya en mi tiempo para almorzar, fui a un parque que está cerca para comer tranquilamente, sin ningún ruido de autos, solo con e paisaje (y con uno u otro niño por ahí gritando). Ya después volví a trabajar, desgraciadamente. Trabajo tanto, matándome, para estudiar programación. Espero que lo que estoy haciendo valga la pena, pues, ya la programación es lo que está dando plata. Aparte, claro, de la prostitución.
Ya después del trabajo, me dirigí hacia mi apartamento. Claro, sin antes entrar a la fonda para comer. Pero, antes de irme, dirigí mi mirada hacia el burdel para por si de pronto estaba la puta. Pero, tal vez esta con un cliente.
Ya estando en el bus, reflexione acerca de la prostitución. Pues, es cierto que muchas mujeres se meten ese trabajo por necesidad, ¿pero por qué? Pues, con lo que sucedió esta mañana, puedo suponer que una o dos horas con una prostituta cuesta más que lo que cuesta un día de trabajo común. Y supongo que las putas tienes por ahí 12 o 15 clientes al día, lo cual en una semana ganan más que cualquier otro trabajo.
Si fuera mujer, también tomaría ese trabajo –pensé, tras bajarme del bus.
Ya estando en el piso de mi apartamento y estando a punto de abrir la puerta, salió un hombre corriendo del apartamento de la puta.
—¿Eso era un cuchillo? —dije con preocupación.
Lo cual, al momento que el hombre se fue, me dirigí hacia el apartamento de la puta para entrar.
—¡Oyes, ¿estás bien?! —pregunte al verla en el piso. Me acerca hacia ella, y vi que le salía sangre desde el estómago, y no solo eso, tiene varios puñetazos en la cara.
—¡Vete! —me lo dijo casi llorando, pero no le hice caso. La carga al estilo princesa y la descargue en la cama. Luego busque vendajes para las heridas.
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*No tengo el precio exacto. Tal vez sea más o menos dinero.