Esta bien, sé que a noche prometí dar lo mejor de mi, que pagaría mi deuda con Luna con esfuerzo y que había nacido en mí una gran convicción.
Pero también deben aceptar que a veces tenemos esos momentos de inspiración repentina en la que creemos que vamos a hacer algo con nuestras vidas a partir de ese momento o al siguiente día. Siento que es algo que nos pasa a todos a menudo en algún punto. O por lo menos a los menos disciplinados como yo. En cualquier caso…
—¡Ganko, levántate!
—No quiero… Tengo sueño.
… No logré mantener mi convicción por demasiado tiempo.
—¡No seas tarado! ¡Esto es enserio! La princesa Moth, el rey Aqueronte y el gran mariscal Augusto llevan una hora esperándote ¿¡Con qué cara te vas a presentar ahora después de esto!?
Luna estaba enojada, trataba de empujarme de la cama y sacudirme para despertarme sin demasiado éxito. Suelo tener el sueño super pesado, así que es normal que mi mente tarde en reaccionar a cualquier estímulo externo y usar respuestas sin mucho sentido como un programa automático.
—Mmm… pues que se esperen un rato más.
—¡Ganko!
—¡Mhmm…!
Gruñí ante los molestos gritos de Luna. En respuesta a mi negativa de levantarme, ella siguió insistiendo alzando la voz.
—¡Ganko, eres el maldito héroe ahora, compórtate como tal, maldita sea! ¡Sal de la cama!
—No quiero.
Luna resopló y soltó un bufido, escuchándose impaciente y sumamente molesta. Ella se alejó un poco de la cama y extendiendo ambos brazos en mi dirección, pronunció algo que no pude entender y luego…
—Cañón de agua ártica.
El sonido de una manguera de bomberos siendo usada resonó por la habitación y un chorro de agua helada presurizada golpeó mi cuerpo con fuerza, lo que me hizo despertar casi de manera instantánea. Para cuando me di cuenta, estaba tirado en el suelo con un dolor insoportable en la espalda, que fue donde me había pegado aquello.
—¡Auch! ¡Oye, qué diablos te pasa! ¡Ahgg! ¡Esa cosa casi me atraviesa! ¡Duele…!
A pesar de ver que ahora estaba despierto Luna parecía aún insatisfecha y muy molesta. Me miró con un semblante lleno de decepción y con un largo suspiro, apuntó hacia un lugar donde había ropa seca.
—Secate y vístete, voy a inventar algo para evitar que Aqueronte te quiera ejecutar por hacerlo esperar…
Ver la expresión de Luna me hizo recordar la expresión de mucha gente conocida a la que le había fallado durante mi vida. A pesar de estar acostumbrado a esa mirada, no dejaba de dolerme cada vez que la recibía, aunque estaba consciente de que la merecía por mi falta de compromiso propio.
—Esta bien.
Respondí sin rechistar esta vez e hice lo que me pidió. Minutos después, salimos rumbo al campo de entrenamiento del ejército del reino.
Una vez que llegamos, pude ver incluso a un par de decenas de metros de distancia la expresión facial que el monarca tenía en ese momento. Una expresión furiosa y llena de cólera, por otra parte, la princesa tenía un aspecto relajado y pacífico, lo cual me parecía curioso ya que siendo familia parecían ser muy opuestos.
A un lado de ellos dos, había un tipo a su lado, alto, con una figura similar a la de un culturista, un semblante serio como el de un militar y un uniforme en regla, pulcro. Suponiendo que ese era el general del que hablaba Luna, sin duda alguna era la apariencia cliché que te esperarlas de un general super patriota de alguna película de guerra occidental.
Mientras más nos acercábamos más nervios sentía ¿Hace cuánto tiempo no sentía tanto miedo de enfrentar consecuencias? Ahora mismo desearía haberme despertado hace más de una hora, desearía que me tragara la tierra para evitar el conflicto, siento que quiero morirme de la vergüenza que estoy por hacerle pasar a Luna, sin embargo, era inevitable, ya estábamos en el sitio y teníamos que dar respuestas.
Al llegar frente a ellos, el rey, de manera muy amable y comprensiva alzó la voz, diciendo:
—Qué agallas tienen de hacerme esperar más de una hora en el sol.
Era muy obvio el enojo que estaba sacando en cada una de sus palabras, era bastante intimidante considerando que su voz era bastante gruesa. Él continuó:
—Espero que me des una buena explicación para no mandar a matar a tu supuesto héroe por su falta de respeto. Ayer te pasé una, pero mi paciencia no es infinita.
Mi mirada estaba baja, mi garganta se mantuvo cerrada. No tenía el valor de decir nada, sentía tanto miedo que incluso se me dificultaba respirar ante el peso de su mirada.
—Su majestad. En lugar de regañarnos, debería aumentar la seguridad del castillo.
Luna habló por mi, tal vez sabiendo de antemano el como me estaba sintiendo en ese momento. El rey frunció el ceño mostrándose confundido ante las palabras de la pelimorada.
—¿De qué estás hablando? La seguridad del castillo es una de mis prioridades principales.
—Ayer entró al castillo de manera furtiva un hechicero, el cual fue directamente a la habitación del héroe. Para cuando lo fui a enfrentar, había caído sobre él un avanzado hechizo de agotamiento que no pude descifrar hasta hace poco.
—¿Qué cosa? ¿El héroe está bien?
La princesa fue la primera en reaccionar ante la historia de Luna. Al final si que se había inventado algo para cubrir mi flojera. No me sentía orgulloso de ninguna manera, pero me sentía aliviado.
—Eso es imposible, ¿Por qué no se me informó de eso de inmediato?
El rey parecía poco convencido de esto, pero Luna logró enfrentarlo con astucia:
—Estaba tan concentrada en contrarrestar el hechizo que no tuve oportunidad de ir a ninguna parte.
—¿Es eso cierto?
El monarca me miró con severidad, como para saber de la veracidad de la historia de Luna, pero yo no pude devolver la mirada, tan solo asentí avergonzado.
—El héroe está tan avergonzado de no poder hacer nada al respecto que ni siquiera puede mirarlo. Es por eso que está aquí ahora. Él necesita aprender de los mejores guerreros del reino.
—¡A-Asi es! Yo… Deseo poder defenderme antes de pensar en defender todo un reino.
Apreté mis puños diciendo aquello para no dejar a Luna hacer todo el trabajo. Aunque era una mentira lo del hechicero, la parte en la que quería aprender si que era verdad.
—¿Lo ves, padre? ¿Acaso no te lo dije? Debió pasar algo. No hay manera de que el héroe profetizado sea una persona floja y holgazana, ¿Verdad, Luna?
—Uhm… Si, no hay manera ¿Verdad, Ganko?
—¡C-Claro que no! Jaja, no hay manera…
—Ejem…
El militar hizo un ruido con su garganta para recordarnos el hecho de que estaba ahí, como si su imponente presencia no fuera suficiente ya. El rey procedió a presentarlo de manera adecuada.
—Es verdad. Gankyo.
—Se pronuncia "Ganko" su majestad.
Luna lo corrigió sin ningún tipo de miedo. El rey suspiró e hizo un gesto con la mano como diciendo: "No me interesa." Luego prosiguió:
—Este es el gran mariscal Augusto, la persona que dirige todo el frente de batalla en defensa del reino contra las huestes del señor demonio. Gracias a él, durante los últimos 20 años hemos podido resistir los ataques del enemigo.
Tras presentarlo, luego volteó la mirada hacia mi y apuntando levemente con su mano en mi dirección, habló al gran mariscal, diciendo:
—Augusto, este es… el héroe.
Por algún motivo sus palabras parecían llenas de decepción e incomodidad. Ser presentado de esta manera me parecía sumamente vergonzoso si me lo preguntas. Extendí mi mano en dirección de ese hombre como señal de amistad con la intención de darle un apretón de manos.
—Gran mariscal, es un honor conocerlo.
El mariscal Augusto me miró sin decir una sola palabra durante los próximos 40 segundos mientras yo mantenía mi postura. El silencio sepulcral se apoderó del lugar, siendo estos los 40 segundos más largos e incómodos de mi vida; era como si se hubiera detenido el tiempo.
—Ya veo. Por favor, siganme.
El mariscal me había dejado con la mano estirada y se dió la media vuelta así como así. La princesa Moth, al ver que mi mano se había quedado estirada, la tomó y saludó mi mano con la suya, supongo que para no sentirme ignorado y con una linda sonrisa, fue tras el rey Aqueronte y el mariscal.
Luna me palmeó la espalda y comenzó a caminar lentamente hacia ellos y yo, sin opciones la seguí. Decidí preguntarle algo en calidad de susurro:
—Oye, Luna, de casualidad, ¿No tendrás alguna magia o encantamiento para no dormir tanto?
Ella negó con la cabeza.
—¿Qué aprenderías de un atajo si no conoces el camino real? Deberías pensar en cómo vas a lograr levantarte a partir de hoy, porque si lo tengo que hacer yo, no te va a gustar como lo haré.
—E-Entiendo…
Necesito arreglar mi problema de sueño cuánto antes.
Fin del capítulo.
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