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Chrylone
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Synopsis
Cuando Layne se muda a una nueva ciudad bajo la tutela de Beatrice, una influyente abogada, busca paz y anonimato en un entorno que le es, ya casi ajeno. Pero pronto descubre que este lugar guarda secretos más profundos y peligrosos de lo que imaginaba. Al conocer a un grupo de jóvenes como él, dotados de habilidades extraordinarias, se ve envuelto en un entramado de poder, intriga y conflictos que pondrán a prueba sus límites.
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Chapter 1 - Capítulo: 1 Layne (Parte 1)

Un as de luz, un reflejo que podía notar aún con los ojos cerrados, el suave calor del sol que entraba por la ventana y el sonido del motor constante que podía oírlo a pesar de su estado adormilado donde su conciencia baila entre el sueño y la vigilia, alli una lejana voz le llamaba.

"Layne..."

'¿Quien es?' se pregunto al no reconocer dicha voz.

"¡Layne!"

'¿Por qué no puedo recordarlo?'.

Era familiar, pero al mismo tiempo desconocida. ¿Dónde la había escuchado? No podía recordarlo.

De pronto una ligera brisa rozaba su piel, abrió los ojos para verse de pie en un jardín, el sol radiante sobre su cabeza parecía casi que ficticio, dandole una apariencia de cuento a aquel jardín de recuerdos.

'Ah, aquí crecí. Extrañaba está paz.' resbalaron sus pensamientos con nostalgia al mirar el jardín de las amapolas.

Dichas flores crecían en la infinidad de canteros bien cuidados que adornaban cada uno de los rincones de aquel Edén. Todo era tal como lo recordaba, el antiguo pozo de agua, las piedras que lo conformaban se veían tan húmedas como siempre.

Los muros con sus barbas de hojas y enredaderas que se colgaban de la cima llenas de sus fragantes flores. Realmente había vuelto.

"Layney... ¿Dónde habías estado? Llevo rato buscandote"

"Mamá..."

Podía ver su sonrisa... Era ella.

"Está listo el almuerzo, ven, vamos a casa"

Ella extendió su mano invitándolo. La necesidad de aceptar su invitación era palpable. Pero justo antes de tomar la mano de su madre abrió sus ojos con amargura. Suspiro dando cuenta de la realidad. Seguia en el ómnibus, había llegado a un terminal. Los pasajeros caminaban por el pasillo buscando bajar y otros se dirigían a sus asientos.

Layne parpadeó, disipando los restos de aquella ensoñación mientras su mente volvía a centrarse en la vibración sutil del motor y el susurro de voces de los pasajeros. El sol seguía colándose a través de la ventana, dorando el interior del autobús, y la suave confusión entre sueño y vigilia se desvanecía poco a poco.

Miró su teléfono, eran las 10:30 de la mañana. Estaba ya completamente despierto cuando, por último, una figura pequeña y delgada apareció en el pasillo, escaneando los números de los asientos con una expresión algo perdida.

Era una persona de apariencia andrógina bastante joven y palida, aunque no podia definirlo, Layne no sabia bien si era un el o ella, pero pensó que se trataba de un chico por el porte y la forma de vestir.

Llevaba una chaqueta militar algo holgada y desgastada, con varios parches de bandas desconocidas y pequeños detalles cosidos a mano en los puños. Los pantalones oscuros ajustados acentuaban una figura delgada y angulosa, y las zapatillas rojas Vans, algo gastadas, completaban su estilo. Además, llevaba una boina francesa tipo beret de color negro que añadía un toque peculiar a su aspecto. El cabello corto y despeinado, casi en un tono anaranjado, enmarcaba un rostro de rasgos suaves y delicados, con una mandíbula fina y labios delgados que parecían presionarse en una línea nerviosa mientras miraba la fila de asientos.

La persona se detuvo justo a su lado, mirando el número de la butaca de Layne y después su celular, con las cejas fruncidas. Layne le devolvió la mirada, algo confundido, mientras intentaba captar si aquella expresión era de desconcierto o simple incomodidad. Los ojos de la persona, grandes y de un tono claro, se encontraron con los suyos por un segundo, y Layne se dio cuenta de que el semblante parecía el de alguien que estaba perdido.

"Ah, lo siento..."

Dijo, casi susurrando, con una sonrisa tímida mientras volvía a mirar el número del asiento y luego su celular, intentando aclararse. Notablemente nervioso, su rostro se coloreó levemente, y Layne pudo notar cómo las orejas y hasta la punta de la nariz adquirían un sutil tono rosado. Soltó una pequeña risa, claramente apurada, y los dedos tamborilearon el borde del teléfono como si eso diera alguna respuesta.

"¿Estás buscando tu asiento?"

Preguntó Layne, intentando ayudarle a aclararse, tambien penso que tenia una voz muy aguda para ser un chico, algo que le parecio curioso.

"Si, mira"

La persona asintió de inmediato mostrando la imagen de su pasaje, claramente aliviada, y volvió a revisar el número en el respaldo del asiento de Layne.

"Creo que... creo que debería estar más atrás"

Dijo Layne, señalando hacia el final del autobús.

Este le miró con gratitud, su expresión nerviosa apenas disimulada.

"Ah, sí, eso parece. ¡Gracias!"

Respondió, apurado y nervioso, con un pequeño asentimiento que resultaba adorablemente torpe. Dio media vuelta y comenzó a avanzar a pasos rápidos, casi como un pequeño robot que intentaba escapar de su vergüenza.

Layne no pudo evitar sonreír al ver a la persona alejarse de esa manera, tan rígida y completamente avergonzada, mientras mantenía la mirada fija al frente para no toparse con más distracciones. Su andar, aunque apurado, tenía un toque de gracia involuntaria, y Layne se quedó observando hasta que lo vio llegar a su asiento, finalmente sentándose y soltando un suspiro que resonaba incluso a la distancia.

'Vaya que es todo un personaje', penso Layne con una pequeña risa, para luego volver a recostarse en su asiento.

El ómnibus remonto su ruta, las nubes se juntaron en un manto gris, formando un nimbostratus que cubría el cielo, como si el día guardara un susurro de agua por venir.

Pronto comenzó a llover con gran intensidad, los fuertes vientos agitaban el transporte, amenazando con la seguridad de los pasajeros. Entonces uno de los conductores salió de la cabina.

"Estimados pasajeros, debido a la densidad de las lluvias, procederemos a detener el autobús por razones de seguridad. Les pedimos paciencia y les mantendremos informados sobre la situación. Gracias por su comprensión"

El conductor volvió a la cabina y el vehículo se detuvo a orillas de la carretera. Layne suspiro mirando las gotas resbalar por el vidrio, una persona vestida de negro paso corriendo por fuera del autobús. Luego se escucharon toquidos.

"¡Por favor! ¡Por favor abran! ¡Mi auto se averió!"

El chófer que había dado el comunicado se aproximó a la puerta y el otro abrió, la persona entro a penas vió la puerta abrirse amenazando al conductor con un arma. Cuatro figuras más encapuchadas subieron al vehículo, igualmente armados. El líder de los asaltantes gritó, su voz ronca cortando el aire:

"¡Todos quietos!"

Su pistola que apuntaba al conductor, la movió hacia los pasajeros.

"¡Nadie se mueve o empezamos a disparar! ¿Quedó claro?"

El autobús se llenó de murmullos aterrorizados, pero todos intentaron permanecer en silencio. Layne, sin embargo, observaba cuidadosamente, su expresión imperturbable mientras evaluaba cada movimiento de los asaltantes, pero sin dejar de disimular su apariencia de un pasajero ordinario. Alzó levemente las cejas cuando uno de los asaltantes, un hombre corpulento y de ojos fríos, comenzó a recorrer el pasillo, deteniéndose junto a una mujer de cabello castaño claro que sostenía de la mano a su hija pequeña.

"¡A ver, tú!"

Dijo el asaltante, apuntándole el arma.

"¡Dame lo que tengas! ¡Rápido!"

La mujer temblaba, intentando contener el miedo, mientras la niña, que estaba sentada del lado del pasillo, se aferraba a su madre con los ojos llenos de lágrimas. El asaltante soltó una risa cruel al ver la expresión asustada de la mujer y le dio un golpe en el hombro, haciendo que la mujer gimiera de dolor.

"¡No la toques!"

Gritó la niña, agarrando la chaqueta del hombre en un intento por defender a su madre.

El asaltante le lanzó una mirada asesina, apartando la mano de la niña con brusquedad y levantando el arma en dirección a su rostro.

"¡Otra vez que te metas, escuincla, y te vuelo la cabeza!"

La niña comenzó a sollozar, y la madre intentó protegerla, temblando ante el cañón del arma.

"No... No... Por favor, no le hagas daño"

Suplicó la madre, sin poder disimular el temblor en su voz.

En ese momento, una figura pequeña y decidida se interpuso entre el asaltante y la niña. El joven que anteriormente no encontraba su asiento, con el rostro firme y sin rastro alguno de miedo, miró desafiante al asaltante, alzando la voz con calma pero con fuerza.

"¿Qué clase de cobarde le apunta a una niña?"

Su voz era tranquila y firme a pesar de la situación.

El asaltante lo miró con una mezcla de incredulidad y rabia, y apuntó la pistola directamente a su cabeza.

"¿Tú también quieres una bala, imbécil?"

Sin paciencia, levantó su mano para golpear al pequeño muchacho con el arma. Pero antes de que pudiera siquiera mover el brazo, sintió una fuerza de hierro apretando su muñeca desde detrás. La pistola cayó de su mano mientras trataba de girarse, solo para encontrarse con Layne, que lo miraba con una expresión inexpresiva y controlada.

"¡Argh! ¡maldito! ¿Qué crees que hacés?"

Preguntó el asaltante, forcejeando mientras insultaba a Layne, quien no lo dejaba moverse.

"¡Eres un idiota si crees que puedes...!"

"Silencio "

Ordenó Layne con una tranquilidad aterradora, apretando aún más la muñeca del asaltante. Luego, de un rápido movimiento, se la retorció hasta que se escuchó un crujido seco.

El asaltante gritó de dolor, cayendo de rodillas en el pasillo mientras se retorcía.

"¡Wahh!"

Susurró el pelirrojo, mirando asombrado la escena, mientras el resto de los pasajeros contenían el aliento.

Uno de los otros asaltantes apuntó su arma a Layne, gritándole con un tono de amenaza.

"¡Oye, tú! ¿Quién te crees que eres? ¡Si no vuelves a tu asiento ahora mismo, te mato!"

Layne ignoró por completo la advertencia, sin soltar la muñeca del asaltante que yacía en el suelo. El hombre comenzó a maldecir y a forcejear, pero Layne lo hizo callar con una seña, apretando su muñeca rota con más fuerza, lo que provocó otro grito desgarrador que alertó a los demás asaltantes. Los otros cuatro levantaron sus armas al ver a su compañero en el suelo, apuntando todos hacia Layne. La atmósfera estaba al borde del caos. Un par de pasajeros se agacharon de inmediato, murmurando en susurros angustiados.

"¡No sé atrevan hay familias y niños aquí!"

Advirtió Layne, sin inmutarse, mientras miraba de frente a los hombres con pistolas.

"¡No te pongas a dar órdenes, imbécil!"

Gritó uno de los asaltantes, cargando su pistola.

Layne rápidamente le gritó a los pasajeros:

"¡Tirense al suelo todos!"

En cuanto los pasajeros obedecieron, un asaltante disparó hacia Layne, quien esquivó el tiro girando la cabeza con una precisión sobrehumana. Los ojos del asaltante se abrieron de par en par, y disparó dos veces más, pero Layne evadió ambas balas sin esfuerzo. Al ver esto, el asaltante empezó a gritar, y sin pensarlo, corrió hacia él disparando sin parar. Cada disparo fallaba. Layne arrojó al primer asaltante, que aún sostenía por la muñeca rota, contra un asiento como si fuera una muñeco de trapo, y continuó esquivando los tiros con la misma facilidad. Los pasajeros gritaban con sus cuerpos contra el suelo y se escondían de las balas que impactaban en los asientos y ventanas. Al quedarse sin balas, el asaltante corrió hacia Layne y, en un último intento, le apuntó directamente a la frente.

"¡Ahora sí, maldito...!"

Layne lo miró fijamente, sin rastro de miedo mientras el asaltante apretaba inútilmente el gatillo vacío. Layne negó con la cabeza con calma, y de un rápido movimiento le dio una cachetada al arma, haciéndola volar lejos. Luego lo redujo con un golpe seco, noqueandolo y arrojándolo detrás de él con facilidad.

Otro asaltante desde el fondo del ómnibus levantó su pistola. Sin pensarlo, Layne pateó el arma del asaltante que tenía en el suelo y, en un movimiento ágil, la atrapó en el aire y la lanzó hacia el que estaba a punto de disparar, quien cayó inconsciente de un golpe en la cabeza.

"¡Muere!"

Grito otro de los encapuchados desde otro lado, quien abrió fuego contra Layne que rápidamente se agachó esquivando los disparos y corrió por el pasillo hasta dar con él, cubriéndose debajo en una butaca se levanta para sorprender al asaltante y lo reduce de un puñetazo.

El silencio se hizo presente pero Layne sabía que faltaban más, se levanta y mientras avanzaba por el pasillo, uno de los asaltantes que estaba oculto intentó atacarlo por el costado con un cuchillo, lanzándose desde el asiento. Layne giró con rapidez y le dio un codazo en el rostro, rompiéndole la nariz salpicando su rostro de sangre. Lo levantó por el cuello y lo estampó contra el techo del ómnibus, para luego tirarlo al suelo con fuerza.

Uno de los tiradores que estaba inconsciente se despierta y arrastrándose por el pasillo intenta tomar una de las pistolas que yacía en el suelo, para su desgracia Layne lo había encontrado, este caminó lentamente y se puso frente a él, el asaltante no tenía escapatoria.

"Adelante, tómala"

Ordenó Layne, el hombre en el suelo sudaba gotas frías mientras le temblaba la mano, dudoso de agarrar el arma, hasta que lo hizo. En ese momento sintió un dolor crudo y punzante que le recorrío todo el cuerpo.

Layne le rompió la mano de un pisotón, haciendo que el asaltante soltara un grito agónico que llenó el ómnibus.

Creyendo que había reducido a todos, Layne observó los alrededores. Los pasajeros lo miraban con asombro y miedo, aún temblando. Sin embargo, un grito agudo rompió el silencio. Layne giró rápidamente y vio al primer asaltante, el de la muñeca rota, que había tomado a la niña del brazo y apuntaba una pistola a su sien.

"¡Un paso más y la mato!"

Amenazó el hombre, sus ojos llenos de odio mientras reía con arrogancia.

"¿Qué? ¿Vas a arriesgarte a acercarte?"

La niña, con lágrimas en el rostro, miraba aterrada a Layne y gritaba, desesperada:

"¡Ayuda! ¡Mamá!"

Layne sintió una ira silenciosa. Sabía que cada segundo contaba, y sus ojos se afilaron mientras buscaba una opción para salvar a la niña.