La luna estaba tan brillante allá afuera contra el cielo nocturno y el viento era bastante frío, pero aun así, Zia todavía sacaba uno de sus pies de la manta, lo que hizo sonreír a Draven.
Algo nunca cambiaba y en este caso, Draven estaba realmente contento.
Con cuidado, cubrió sus pies y se acostó junto a ella. Una cosa más que le gustaba era el hecho de que Zia siempre le respondía, a pesar de que aún estaba dormida. Realmente se acurrucaba contra él, acercándose para abrazarlo.
Draven besó su frente y su mejilla.
—Buenas noches, amor —susurró a su cabello. Los labios de Zia estaban ligeramente entreabiertos, mientras enredaba sus pies con los de él y cuando Draven la abrazaba suavemente, ella soltaba un gruñido satisfactorio.
Recientemente, Zia se había quejado de que había ganado peso. Estaba tan feliz cuando se mudaron a este nuevo lugar con una hermosa vista de la montaña y una colina como su patio trasero, así que comía mucho. Su corazón y estómago estaban contentos.