Después de varios intentos, esta vez Zuri no intentó morder a Khaos, lo cual era una buena señal. Ella aprendió su lección.
Solo cuando ella era lo suficientemente dócil, Khaos le daba lo que quería. —Esto es una recompensa por ser buena —le susurró Khaos al oído, mientras ella cabalgaba en el placer.
Allá afuera, la lluvia comenzó a caer. Habría una tormenta más tarde esa noche y cuando Zuri dormía, Khaos sacó otro paquete de droga, lo quemó para que la habitación se llenara de esta dulzura, cada objeto en esta habitación impregnado con este olor.
Era sofocante.
Khaos sentía que su corazón iba a explotar, aunque no pensaba que fuera posible ya que él era el licántropo. Era un regalo o, Khaos diría, esto era una maldición para él. Fue recompensado con mortalidad, algo que no muchas personas sabían.