Zuri estaba asombrada cuando entró al edificio principal. Se sentía tan diferente. Aunque este lugar era comprensiblemente más pequeño que el palacio, el aura que rodeaba este lugar era muy diferente.
Se sentía más regio y reverente, como si la familia de antiguos licántropos todavía viviera en este lugar.
Ella aprendió la historia de este continente y lo que sucedió hace treinta años. Su padre también luchó en esa guerra y le encantaba alardear de sus días dorados.
—Puedes esperar aquí un rato, Luna. ¿Te gustaría algo de beber? ¿Quizás un poco de vino? —El guerrero observó al cachorro en brazos de Zuri. Reconoció a ese cachorro y sintió la necesidad de informar al gamma al respecto.
—Sí, por favor. —Zuri acarició la cabeza del pequeño cachorro, que se acurrucaba en su regazo. Esta habitación era sofisticada, con el gris como color dominante. Le recordaba a los ojos de Khaos.