Volvió a la conversación con Brad y luchó por absorber todo lo que se decía. Era todo tan escandaloso y fantástico que al principio era difícil de creer, pero cuanto más escuchaba, más todo en su vida comenzaba a tener mucho más sentido.
Levantó brevemente la vista y su mirada cayó sobre la vista de su hija Ann, sujetada firmemente en los brazos del Alfa Nocturne mientras avanzaban juntos con Lexi a su lado. El corazón de Leopold se retorció dolorosamente al verla, y sabía que la posibilidad de buscar el perdón después de todo lo que había sucedido era casi nula, pero tenía que intentarlo.
—Brad, discúlpame un momento... —Se encogió de hombros disculpándose mientras hacía un gesto en dirección a Ann.
—Por supuesto, su alteza —respondió Brad con una leve reverencia mientras retrocedía y Leopold se dirigía lo más rápido posible hacia su hija y sus amigos.
—Ann... espera... —Leopold dijo con voz elevada acercándose a los tres.