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—Buenos días, Emma —giré hacia la puerta para saludar a mi hermano, pero no había nadie allí. Estoy sola. Pero, ¿de quién era esa voz?
—Soy yo, tonta. Tu loba —me sobresalté. Claro, es mi cumpleaños. Hoy tengo mi loba. Aunque es extraño, escuchar una voz dentro de mi cabeza.
—Te acostumbrarás —dijo una voz.
—Tomará algo de tiempo —respondí.
—Tenemos todo el tiempo del mundo —dijo mi loba.
—¿Cómo te llamas? —le pregunté.
—Eliza.
—Me gusta —le dije.
—Sé que te gusta, Emma. Ahora, levántate y ve a pasar el día con tu hermano. Asher ya ha sentido mi presencia y está ansioso por conocerme —dijo ella.
Me levanté emocionada y llena de energía. No puedo esperar para ver a Eliza.
Me cepillé los dientes, me duché, y me puse ropa deportiva y una sudadera. Perfecto para un día flojo de cumpleaños con mi hermano.
Cuando bajé, Andrés ya había hecho panqueques. Era nuestro desayuno de cumpleaños tradicional.
—¡Feliz cumpleaños, Emma! —gritó y me dio un gran abrazo—. Asher ha sentido a Eliza. Está tan emocionado de conocer por fin a su hermana.
—Ella también está ansiosa por conocerlo —dije y le di una gran sonrisa.
Adoro a Asher. Es el mejor lobo que hay.
—Vamos, comamos —dijo y me llevó a la mesa.
Después de estar llenos, fuimos a la sala para empezar nuestra primera película del día. Siempre veíamos la serie de Avengers. Los humanos hicieron un gran trabajo con esas películas.
Alrededor de la 1 pm, Andrés y yo fuimos a la cocina para comenzar a preparar el almuerzo. En mi cumpleaños comemos mi comida favorita, lasaña. En su cumpleaños, comemos su comida favorita, pizza.
Empecé a preparar la lasaña mientras Andrés se sentaba en la mesa de la cocina.
—Tal vez encuentres a tu compañero pronto —dijo.
—Tal vez —dije, sin mirarlo.
No me gusta hablar con él sobre esto. Él es mi hermano y hablar de emparejarse es raro. Y no quiero dejarlo, nunca. Será muy difícil para mí irme con mi compañero.
—Tal vez sea Jacobo —dijo.
Lo miré. —¿Estarías bien con eso?
—Sí —dijo y se encogió de hombros—. Es uno de nuestros mejores guerreros, así que sé que estarías segura con él. Y ya sé que te gusta. Sería más fácil para ti irte con él.
Caminé hacia él y me senté a su lado. —No me será fácil irme. No importa quién sea mi compañero. Ustedes son mi familia. No quiero dejarlos.
—Lo sé, Em —dijo y sonrió—. No quiero que te vayas. Pero si encuentras a tu compañero lo harás. Y estaremos bien.
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—Tal vez no lo encuentre —dije y me levanté—. Tú nunca lo hiciste.
—Sí —asintió—. Pero tengo un buen presentimiento de que tú sí, y será Jacobo.
Sonreí y puse los ojos en blanco. —Ya veremos.
Se levantó y me ayudó a terminar nuestro almuerzo. Después de comer, volvimos a la sala para ver otra película.
Alrededor de las 7 pm, Andrés me dijo que me preparara. Teníamos que caminar unos 20 minutos para llegar al sitio de transformación en el bosque.
Es un pequeño claro en medio del bosque donde todos los lobos van para su primera transformación. Es especial porque es el único lugar en el bosque donde la luna puede iluminarte por completo. Nuestro bosque es tan espeso que la luna apenas puede brillar a través de los árboles. El claro es el único lugar donde brilla libremente.
Me puse mi vestido blanco, escogido especialmente para esta noche. Es tradición llevar blanco en la noche de nuestra primera transformación. Me puse los zapatos y bajé de nuevo.
Andrés me esperaba en la puerta. Me entregó mi chaqueta y salimos de la casa.
Mi corazón latía fuertemente en mi pecho. Andrés probablemente lo escuchaba, porque tomó mi mano y me acercó más a él.
—No tengas miedo, Emma —dijo en voz baja—. Será increíble. Y estaré allí para ti.
—Gracias —dije—. Te quiero.
—Yo también te quiero, pequeña —dijo y me dio un abrazo lateral.
Después de unos 20 minutos, llegamos al claro. Mis amigos y Luna Gloria ya estaban allí, esperándonos.
Luna se me acercó primero. —Feliz cumpleaños, cariño. Estoy ansiosa por conocer a tu loba.
—Gracias, tía Gloria. Ella también está emocionada por conocerte —dije con una gran sonrisa.
Aimé y Jacobo se acercaron a mí con grandes sonrisas.
—Feliz cumpleaños, Emma —dijo Aimé y me dio un fuerte abrazo.
—Feliz cumpleaños, Emma —dijo Jacobo y besó mi mejilla—. Ahora, conozcamos a tu loba. Hace frío y no quiero que te enfermes.
Tiene razón. Es diciembre y lo único que llevo puesto es un vestido. Tengo una chaqueta, pero no me está manteniendo caliente. La única razón por la que no estoy temblando es la emoción.
—Tiene razón, Emma —dijo Andrés—. Dame tu chaqueta y ponte en el centro del claro.
Hice lo que dijo y me coloqué en el centro del claro. Todos me dieron una sonrisa de ánimo y se dieron la vuelta para darme algo de privacidad para quitarme la ropa.
Con cuidado me quité el vestido, la ropa interior y los zapatos y los doblé ordenadamente en un montón. Me puse de pie y levanté la vista a la luna.
—¿Estás lista, Emma? —dijo mi loba.
—Estoy lista —respondí—. ¿Cómo hago esto?
—Solo déjate ir. Va a doler. Pero no lo pelees. Pronto terminará. Déjate ir y dame el control —dijo ella.
Hice lo que dijo. Tomé una respiración profunda y dejé que ella tomara el control de nuestra mente y cuerpo. Comencé a sentir cómo mis huesos se rompían. Dejé escapar un pequeño grito y caí de rodillas.
—Así es, Em —escuché la voz de mi hermano—. Estará bien. Solo déjate ir.
El dolor era insoportable. Era como si te rompieras todos los huesos al mismo tiempo.
Me resistí a las ganas de vomitar y me concentré en soltar mi control.