Alexander desde su Punto de Vista
Llegaremos en una hora —dijo mi papá mentalmente—. La mayoría de los miembros de la manada ya se fueron. ¿Cómo está ella?
Miré al demonio detrás del vidrio.
Igual —murmuré enojado—. Aún intentando provocarnos.
Solo un poco más —suspiró mi papá—. Solo una hora más y recuperaremos a nuestra princesa.
Tragué saliva y apreté los puños.
Escuché a Hunter acercándose a la cabaña. Venía corriendo y sabía que estaría aquí en unos pocos segundos. Miré a mi derecha y lo vi entrar. Tenía una expresión preocupada en su rostro.
—Mi papá me lo contó todo —dije, haciéndolo asentir.
Se acercó al vidrio y respiró hondo. El demonio lo miró.
—Oh, hola, Hunter —dijo—. Te extrañé.
Pude escuchar cómo sus dientes chocaban entre sí.
—No puedo decir lo mismo —dijo Hunter, con la voz temblorosa.
El demonio se rió, echando la cabeza hacia atrás.
—Oh, no nos mintamos —dijo—. Esa no es la forma de comenzar nuestra relación.