—Soy Sam. Encantado de conocerte —se presentó antes de mostrarme una sonrisa.
Su bronceado besado por el sol complementaba sus ojos y cabello castaño claro y me encontré sonriendo fácilmente en su presencia.
—Soy Diana —me presenté simplemente porque creía que él ya sabía quién se suponía que era.
—¿Comenzamos? —preguntó con evidente emoción.
—Claro... —respondí mientras desenvolvía el delgado chal que tenía alrededor de mi cintura para revelar el bikini rojo brillante que llevaba puesto.
Mientras estaba en medio de mi lección, me di cuenta de que Zain había desaparecido repentinamente en algún lugar. Debía haber sido mientras estaba bajo el agua con Sam porque no me di cuenta de cuándo se fue. No me molestó y decidí dedicar toda mi atención a Sam y a todo lo que me estaba enseñando y mostrando. Era un buen maestro y paciente y se aseguró de mantener un buen equilibrio entre enseñarme lo básico con palabras y conseguir que yo misma probara las cosas.