Me gustaba cómo me hablaba en su tono gentil y tranquilizador, cómo me sonreía y cómo siempre me trataba con cuidado, como si pudiera romperme. Luego, había momentos como el de antes en los que podía vislumbrar otros aspectos de él que nunca dejaban de intrigarme.
—En cualquier lugar está bien —respondí mientras sentía que me sonrojaba sin razón alguna.
—¿Nos escapamos? ¿Solo nosotros dos? —sugirió con los ojos abiertos de pura emoción.
—Nos meteremos en problemas si hacemos eso —respondí, preocupándome más por Antonio que por mí misma.
Su sugerencia descabellada fue inesperada y no parecía encajar con su carácter, pero eso solo me hacía sentir especial por ver ese lado de él. Terminé riendo solo con la idea de escaparnos juntos aunque se suponía que debía estar en contra de la idea.
—De todas formas, ya nos meteremos en suficientes problemas —señaló antes de guiñarme un ojo.