—Hace mucho tiempo. Te ves bien —dije con una sonrisa.
—Lo decía en serio. Ella se veía bien. Todo en ella se veía bien y perfecto, excepto por el hecho de que ahora estaba atada a una silla de ruedas.
—Te ves muy bien tú también. Felicidades por tu matrimonio. Te ves tan feliz, así que supongo que la vida de casada te está tratando bien —dijo ella antes de mostrarme una sonrisa dulce.
—Gracias. Todavía estoy tratando de acostumbrarme a la vida de casada, pero hasta ahora todo ha ido bastante bien —mentí con suavidad como se requería de mi papel como Diana.
—Me alegro mucho por ti, de verdad. Es una pena que no pude estar ahí en tu gran día. Todavía estaba haciendo rehabilitación en el extranjero... —dijo ella con una mirada bastante apologetica.
—No hay problema. Recibí el regalo que enviaste. Gracias de nuevo —le agradecí cortésmente.