En un movimiento suave, la corbata se deshizo y mis manos estaban libres de nuevo. Justo cuando pensé que las cosas podrían haber terminado entre nosotros, sentí sus manos sobre mis hombros mientras su peso se desplazaba ligeramente bajo mí.
—Levántate y ponte a cuatro patas... —instruyó con naturalidad.
—Espera... —murmuré mientras intentaba girarme para enfrentarlo.
Bradon no se molestó en reconocer mi súplica hesitante mientras se levantaba trayéndome consigo. Mis pies tocaron el suelo y fue entonces cuando descubrí lo débiles que realmente se sentían mis piernas. Además de eso, por dentro me sentía como un gran desastre húmedo. Me sentí perdida cuando sus manos me giraron haciendo que me enfrentara al sofá.
—Bradon... —susurré su nombre.