—No haría algo así —me di vuelta y le espeté.
—¿Cómo puedes estar tan seguro? —desafió antes de soltar una risita.
—Ahh... —gemí cuando lentamente sacó sus dedos de mi apertura amorosa.
La sensación de su dedo deslizándose extra lentamente contra las paredes de mi coño me hizo aspirar aire por el placer que se acumulaba dentro de mi vientre. Sentí mi humedad saliendo de la abertura entre mis piernas a medida que sus dedos dejaban mi cuerpo.
—Sigamos. No has tenido suficiente, ¿verdad? —preguntó como si supiera exactamente cómo me sentía.