—Mis ojos se abrieron de par en par y mi cuerpo se tensó cuando comenzó a atar mis muñecas con su corbata —mi instinto y mi presentimiento estaban en lo cierto cuando me dijeron que él no se estaba simplemente desnudando. Me pregunté si esa era su preferencia antes de soltar una pequeña burla —debería haber sabido que no tendría tanta suerte. Tal y como había pensado antes, sería excesivamente afortunada si el sexo rudo y agresivo fuera el límite de sus preferencias.
—Creo que debería empezar a gritar... —declaré cuando terminó de restringir mis muñecas juntas.
No importaba lo que hiciera, todavía estábamos en la oficina de Antonio y su secretaria estaba justo afuera de la puerta. Si yo gritara, estaba segura de que ella vendría corriendo para ver qué estaba mal. Cuando eso ocurriera, Bradon no tendría más opción que detener lo que estaba haciendo. Sus labios se curvaron en una sonrisa que me decía que él se estaba disfrutando a pesar de mi amenaza.