—El reloj marcaba las 4:30 p. m. cuando finalmente me levanté de la cama y me vestí para el día. Elegí un vestido entallado con un delicado patrón de conchas azules en el dobladillo.
Era una de las prendas que Michael había comprado para mí en Amorebelle. No estaba acostumbrada a llevar vestidos, pero quería verme bien cuando lo viera.
Con cuidado hice mi maquillaje en la mesa de tocador de mi baño, resaltando a propósito mis ojos, que eran mi rasgo favorito. Al retroceder y mirar en el espejo, me impresionó mi propia apariencia; parecía que encajaba, casi.
Me dirigí hacia la cubierta secreta de Michael. Mi corazón latía contra mi caja torácica mientras me acercaba. Me detuve al doblar la esquina hacia la ubicación privada; todo lo que podía ver era la parte trasera de la cabeza de Michael mientras sostenía un teléfono en su oreja. Los músculos de sus hombros estaban tensos, y por su tono bajo podía decir que la conversación no era agradable.