—¿Lin? Ya volví —llamé desde el recibidor de nuestra puerta principal.
—Estoy en la sala de estar —me respondió ella.
—¿Fin de semana largo? —preguntó Lin.
—Sí, lo fue. Pasé la mayor parte del día en la cama ayer, pero todavía estoy agotada —admití.
—Pensé que fuiste a una galería de arte con Aubrey —dijo ella, apoyándose en su codo y dándome una mirada inquisitiva.
—Sí, fuimos. Olvidé comer ayer, me mareé un poco. Terminé tropezando y golpeándome la cabeza. Michael se pasó asegurándose de que estuviera bien y no me dejó salir de la cama por el resto del día. Honestamente, tengo suerte de que incluso me haya dejado regresar a casa —le dije a Lin la versión modificada de lo que realmente ocurrió.
—Ay, lo siento mucho, Shelby. ¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó Lin.
—Michael no me dejó usar ninguna pantalla. Pasó la tarde entreteniéndome leyendo en voz alta. En realidad fue muy dulce cómo cuidó de mí —dije, esperando que Lin no insistiera en los detalles de cómo me sentía.