—Esta palanca aquí es el acelerador, y manejas igual que con el manillar de una bicicleta —dijo Michael detrás de mí en la moto acuática—. Insistió en que él me enseñaría a conducir de regreso.
—Solo tómalo con calma al salir de la ensenada, puedes aumentar la velocidad cuando lleguemos a aguas abiertas y te sientas más cómoda —continuó.
Sentía su cálido aliento en el costado de mi cuello, y me enviaba escalofríos por todo el cuerpo. Imaginé sus labios presionando mi cuello donde su aliento lo calentaba. Me pregunté cómo se sentirían sus manos en mi cuerpo.
—¿Shelby?
—Oh, um, lo siento, ¿qué? —dije, sacándome de mi ensoñación.
—¿Estás lista para ir? —dijo Michael con una pequeña risa—. Me alegraba que estuviera sentado detrás de mí, así no podía ver cómo mi cara se ponía roja por lo que acababa de imaginar.
—Sí, creo que sí —dije con ligera vacilación.
—No te preocupes, estoy justo aquí —me aseguró—. Solo tómalo con calma.