—Buenos días, bella durmiente —dijo Lin desde la cocina.
Escuché la cafetera pitando, y esa fue mi única motivación para levantarme del sofá. Necesitaría algo extra para sobrellevar el día de hoy. Caminé hacia la cocina con la manta con la que dormí envuelta alrededor de mis hombros.
—¿Me puedes pasar una de las tazas grandes? —le pedí a Lin, quien me sirvió una taza de café.
—¿Noche difícil? Vi que estabas durmiendo en el sofá —dijo Lin.
—Sí, me quedé despierta hasta tarde pensando en ver a Michael hoy. Todavía estoy muy enojada con él —admití.
—Tienes todo el derecho a estar enojada con él. Estoy segura de que ese texto que recibiste de Blaine no ayuda —comentó.
—No sabemos con certeza que Blaine fue quien lo envió —dije, tomando un sorbo de café.
