—¡Mami, más cereal! —la voz de Amelia me trajo de vuelta al presente, sus pequeñas manos extendidas hacia el tazón.
—Ahora mismo, cariño —respondí, forzando una sonrisa para ella mientras espolvoreaba unos cuantos bollitos de chocolate en la leche.
Fue entonces cuando llegó el golpe—a un toque fuerte que parecía hacer eco contra las paredes. Di un respingo en mi silla, la cuchara tintineando contra el tazón. "Es solo una puerta", murmuré bajo mi respiración, sintiéndome tonta por el pico de adrenalina. ¿Qué me estaba pasando?
Con una respiración profunda, me empujé desde la silla e hice camino hacia la entrada. Al abrir la puerta, encontré a Lauren de pie allí, su rostro radiante con el sol de la mañana y una bolsa de lona colgada sobre su hombro.
—¡Buenos días, Shelby! ¿Espero que no tengas planes hoy? —dijo, sus ojos arrugándose en las esquinas con una sonrisa cálida y acogedora.