—No puedes estar hablando en serio ahora mismo —dije con total incredulidad.
—Vamos, Shelby. Sabes que esta es una conversación que tarde o temprano teníamos que tener. Los doctores en la clínica de fertilidad lo dijeron. Aunque no nos obligue la corte, ¿no quieres saber con certeza que son nuestros? —preguntó Michael. Me miró, sus ojos implorándome que viera su punto de vista.
—Lo miré con la boca semiabierta, sorprendida de que en la misma frase, pudiera decirme que nuestro hijo e hija se parecían a mí, para después darle la vuelta y preguntarme si quería averiguar si realmente eran míos. Eso era lo que realmente quería decir. Quería averiguar si realmente eran míos porque ambos sabíamos que ambos eran suyos.