Con el corazón acelerado, observé a Michael salir del quirófano para estar con nuestros bebés. No podía sentir mucho debajo de mis hombros, y un ruido extraño me distraía constantemente mientras el Dr. Adams me cosía.
—¿Qu-qu-qué es ese sonido? —tartamudeé, el ruido continuaba y aumentaba en volumen.
—Shelby, son tus dientes castañeteando, estás temblando. ¿Cómo te sientes? —una cara flotante con mascarilla apareció ante mí y preguntó.
Sentí un frío que calaba los huesos en todo mi cuerpo, y me preguntaba constantemente si mis bebés ya habían nacido. Le pregunté a la cara, —¿Dónde está Michael? ¿Ya nacieron los bebés?
—Dr. Adams, está confusa y su respiración se está volviendo más rápida y superficial. Shelby, cariño, necesito que te quedes conmigo, ¿de acuerdo? —la amable cara enmascarada me urgió.