*Shelby*
Habían pasado dos semanas desde aquel fatídico día en el hospital, y me encontraba en casa, cobijada en la comodidad de nuestro propio santuario. Michael había sido mi sólida roca durante este desafiante viaje, nunca apartándose de mi lado.
En lugar de pasar días interminables en el hospital, había contratado a alguien para que me monitoreara desde aquí. Tuve la suerte de poder seguir trabajando de forma remota en un caso, proporcionando asesoramiento legal a la mujer que encontramos durante nuestro viaje a México.
Así que, ciertamente no me aburría.
A pesar de las circunstancias, encontraba consuelo en el ritmo familiar de mi trabajo. Mantenía mi mente ocupada y me daba un sentido de propósito. Poder contribuir desde la comodidad de mi cama era un pequeño lujo, aunque Michael no estaba muy entusiasmado con que asumiera estrés adicional.