—Buenos días, mi amor —dijo Michael, apoyado en la entrada de la oficina. Había pasado los tres días que llevábamos allí trabajando de forma remota, intentando comprar una aerolínea más pequeña aquí en Francia. La central estaba cerca del nuevo chateau, así que supervisar las operaciones sería fácil.
—Buenos días —le dije, acercándome a él de puntillas para besarlo.
—No sabía que ya te habías levantado o me habría unido a ti para el desayuno. Parece que acabas de terminar —dijo Michael, tomando mi plato de mis manos y acompañándome en mi caminar por el pasillo.
—De hecho, he estado despierta por un tiempo, pero me absorbió ese libro que comencé cuando llegamos. Finalmente lo terminé, pero perdí completamente la noción del tiempo. Me dirigía hacia la cocina con la esperanza de que el chef me hiciera unas cuantas crepes más. Creo que ha despertado un nuevo antojo de embarazo en mí. Las frutas frescas y la crema eran absolutamente para morirse —dije, sonriendo.
Michael rió.
