—Michael y yo habíamos estado separados por demasiado tiempo, y el anhelo era como un dolor constante en mi corazón —dijo Shelby—. Antes de llegar siquiera a la casa de la playa, Michael me levantó en sus brazos, levantándome del suelo y llevándome escaleras arriba al dormitorio.
—Me tendió en la cama, suavemente, consciente de mi cuerpo con cada movimiento que hacía. Era tan atento y cauteloso, era dulce y me hacía desearlo aún más.
—Se cernía sobre mí, su rostro a apenas pulgadas del mío —continuó—. Podía sentir la electricidad en el aire, la química que aún fluía entre nosotros como un cable vivo.
—Michael se inclinó y me besó, lentamente, profundamente, y por un momento se sintió como si el tiempo se hubiera detenido. Sus manos se movieron sobre mi cuerpo, explorando, y jadeé contra sus labios. Su toque era familiar y reconfortante, y podía sentirlo expresando todas las cosas que quería decirme en el lenguaje de su cuerpo.