*Marmie*
Me senté impacientemente en la opulencia de mi lujoso salón, la tela suave del extravagante sillón acariciando mi piel mientras golpeaba mis uñas perfectamente arregladas contra su reposabrazos. La habitación estaba adornada con elegancia de buen gusto, reflejo de mis gustos refinados y mi deseo inquebrantable por las cosas finas de la vida.
Todo tenía que ser perfecto, tal como lo exigía.
Katie, mi cómplice, llegaba tarde, y mi paciencia se agotaba. La tardanza era un agravio a mi naturaleza meticulosa, una señal de irrespeto que no toleraría. Sin embargo, ella me había prometido grandes noticias, noticias que asegurarían mi estatus y garantizarían la continuación de mi estilo de vida lujoso.
La anticipación me roía, alimentando una potente mezcla de emoción e impaciencia.
Finalmente, la pesada puerta de madera se abrió, y allí estaba Katie, un atisbo de nerviosismo titilando en sus ojos. Se acercó a mí con cautela, como quien entra en la guarida del león.