*Shelby*
Michael y yo caminábamos de la mano de regreso al alquiler, con arena pegándose a nuestros pies, aunque ni lo notábamos. El sol se estaba poniendo en un despliegue de hermosos tonos sobre el horizonte. Matices de rosa, naranja y dorado se extendían por el cielo, haciendo que se viera mágico de muchas maneras.
Con el cielo siendo una maravillosa pintura de colores naturales, no pude evitar detenerme y absorberlo todo. Parándome y jalando a Michael conmigo, tomé una respiración profunda y me dejé empapar por el momento.
—Vaya, ¿mirarías eso? —dije, señalando hacia el cielo, con una sonrisa en mi rostro mientras cerraba los ojos por un momento.
—Es hermoso —respondió Michael, dándole un apretón a mi mano—. Pero no tan hermoso como tú.
Me giré y lo miré, negando con la cabeza ligeramente. Él era tan dulce y nunca perdía el ritmo.