—No puedo creer que ya se acabó el verano —dijo Lin con un suspiro.
Abrí la puerta del salón y al instante me envolvió el olor de los pepinos y la sal del océano.
—Lo sé. Parece que pasó tan rápido, pero estoy tan contenta de que podamos pasar más tiempo juntas antes de que tengas que volver a Cambridge —dije.
—Vaya, este lugar es taaaan elegante —dijo Lin bastante alto.
Reí, —Shhh, Lin. Finge que siempre venimos a lugares como este.
—Oh, claro —respondió ella, con una pequeña sonrisa en sus labios.
A medida que nos acercábamos al mostrador de recepción, nos recibió una mujer con cabello morado. Una vez encontró nuestras citas, nos llevó a una habitación privada para hacer nuestras pedicuras. Las luces estaban atenuadas y de algún lugar indistinguible de la habitación sonaba música suave de piano. Nos entregó a cada una una copa de champán antes de dejarnos esperando a los artistas de uñas.