Al día siguiente, después de descansar mucho con James, me tumbé en la playa privada del lugar donde nos hospedábamos, disfrutando del sol que penetraba en mi piel. Habíamos llegado con puro placer y saludamos a los amigos de James con sonrisas.
Allegra, por supuesto, me recordaba muy bien, y aunque nos habíamos divertido esa única vez, poco a poco nos estábamos convirtiendo en amigas cercanas. Ser amiga de ella era completamente diferente de serlo de Tally, y me alegraba por eso.
—Entonces, ¿cuándo crees que volverán los chicos de pescar? —me preguntó Allegra mientras volvía a ocupar su lugar en una de las tumbonas, sin top y con una sonrisa en su rostro.
—No lo sé, pero espero que pronto. De lo contrario, tendremos que empezar la hora del margarita por nuestra cuenta —sonreí, haciendo reír a Allegra. Ya no me molestaba que mostrara su piel. Tenía un cuerpo increíble, ¿por qué no presumirlo?
—Ves, sabía por qué te quería, Becca —dijo mientras sonaba mi teléfono.