—Dormí acomodado en mis lugares favoritos: mi cara en el cuello de Becca, mi mano alrededor de uno de sus pechos, mi polla entre sus piernas. Fue un éxtasis, y era un respiro necesario del embrollo con Alessandro. No podía imaginar perder a ese niño tanto como Becca no podría.
—Si llegaba a ese punto, y parecía que sí, iba a hablar con Tony sobre secuestrar. Era una locura, pero esta era una situación de locos.
—Hablando de Tony —sonó mi celular en la mesita de noche. Era el tono de Tony, uno de los muy pocos que podían pasar por encima del modo silencioso.
—Becca se movió, pero le besé la parte trasera del cuello mientras suavemente me salía de ella y apartaba el cabello de su mejilla. "Ya vuelvo, cariño", murmuré, luego fui a agarrar mi teléfono mientras cubría a Becca con las mantas.
—¿Sí?—pregunté en un tono cortante, saliendo al balcón completamente desnudo y cerrando la puerta detrás de mí.
—Tenemos un problema,—dijo Tony sin preámbulos.