—Me desperté con el sonido urgente de mi teléfono —susurré al teléfono mientras me levantaba y tomaba una bata.
—Vuelvo ahora, deliciosa —le aseguré—. Solo tengo que atender esta llamada.
—Está bien —frunció el ceño un poco, pero asintió Becca.
Le sonreí al amor de mi vida y luego salí al balcón cerrando la puerta detrás de mí. —¿Diga? —contesté.
—Señor, creo que puedo tener un testigo —respondió rápidamente el Investigador Privado con un tono serio al otro lado—. Está en veremos - no sé si puedo hacer que testifique - pero estoy trabajando en ello.
—¿Testigo? ¿Testigo de qué? —pregunté ansiosamente.
—Sin detalles aún. No quiero que la espante —el Investigador Privado se volvió parco en palabras.
—No la espantaría —me burlé.
—Seguro que sí. Hasta luego —resopló el Investigador Privado.