Becca.
Después de toneladas de planificación y compra de boletos, me encontré de pie en el dormitorio empacando mis maletas, revisando todo lo que iba a necesitar mientras estuviéramos fuera en Nueva Zelanda.
Inicialmente, cuando le conté a Neal y Allegra sobre lo que quería hacer, estaba casi segura de que no estarían de acuerdo. Sin embargo, me sorprendieron, como siempre lo hacían, y aceptaron que el viaje sería una idea maravillosa.
Por supuesto, considerando el hecho de que el médico me había dado el visto bueno para viajar, eso sí.
Lentamente revisando toda la ropa que había colocado sobre la cama, la empaqué en la maleta con precisa atención y luego procedí a agarrar todos mis artículos de tocador que estaban en sus bolsas individuales y también los coloqué.
No fue hasta que coloqué algunos documentos que necesitaba por si algo sucedía allá que la pequeña carta que el señor Shavers me había dado y que había sido dejada por James se cayó al suelo.