Becca.
Hubo una vez en que me habría considerado absolutamente bendecida y extraordinaria por la vida que tuve la suerte de vivir. No tenía que preocuparme por las cosas que preocupaban a otras personas. Crecí segura y alejada de los males del mundo.
Sin embargo, de alguna manera ese mal había logrado encontrarme.
Gritos de terror escapaban de mi garganta mientras los sonidos de disparos, vidrios rompiéndose y el caos estallaban a mi alrededor. No estaba segura de si iba o venía, pero cuando sentí un tirón en las ataduras de mi muñeca vi esperanza.
Mirando hacia abajo, vi a Tally luchando con un cuchillo para liberarme. Sus ojos aterrorizados se agrandaron mientras agachaba la cabeza y se estremecía por la violencia que nos consumía.
—Tenemos que salir de aquí —me dijo tratando de hacer que su voz fuera lo suficientemente alta para que yo la oyera, pero lo suficientemente baja para que nadie más pudiera entender. No es que eso ayudara.